Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1869-1871 (Cortes Constituyentes de 1869 a 1871)
Sesión: 27 de febrero de 1869
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Rubio
Número y páginas del Diario de Sesiones: 14, 236-237
Tema: Sucesos de Andalucía

El Sr. Ministro de la GOBERNACION (Sagasta): Señores, en verdad que sorprenderá a los Sres. Diputados el que yo les diga ahora, porque de seguro lo habrán olvidado, que se trata de pedir una información sobre los sucesos de Andalucía: y digo esto, porque si el Sr. Rubio pide una información sobre aquellos sucesos, si no sabe lo que ha pasado allí todavía y necesita informarse, y aun así nos ha entretenido muy agradablemente, sin duda, por espacio de dos horas, yo pregunto al Congreso qué sucederá si esa información se abre y si el Sr. Rubio llega a estar enterado de aquellos asuntos.

¿Qué tienen que ver los sucesos de Andalucía, ni las Cortes Constituyentes, ni nadie ahora, con esa inmensa relación que nos ha hecho el Sr. Rubio de todo lo que ha pasado en Sevilla, con los acuerdos que la junta tomara, con los conventos que nos ha enumerado, con los derribos que hizo, con las calificaciones que ha merecido a los neocatólicos, con un neocatólico que vivía enfrente, que no sé dónde, ni sé para qué, con los entierros de los gitanos, y con una porción de cosas que aquí nos ha contado muy bien el Sr. Rubio, pero que nada tienen que ver con los sucesos de Andalucía, ni hacen al caso en la ocasión presente? ¿Qué es lo que pide en resumidas cuentas el señor Rubio? Que se abra una información sobre los sucesos de Andalucía. ¿Y qué tiene que ver Sevilla con los sucesos de Andalucía, si en Sevilla no ha ocurrido absolutamente nada?

Pero, además, la información es completamente innecesaria. El Gobierno está perfectamente informado de todo lo que allí ha ocurrido, y está dispuesto a informar a las Cortes de todos los sucesos. El Gobierno, señores, tiene todos los documentos necesarios, tiene todos los comprobantes de su conducta y tiene también comprobadas las causas que han producido aquellos sucesos, que no son las causas de que S.S. hablaba las que han producido la revolución. Esas causas estaban volando en el aire, según dice S. S.; pero si no hubiera habido otras, la revolución no se hubiese hecho, a pesar de los buenos deseos del Sr. Rubio y de todos los señores que le acompañaban en Sevilla.

La información que se desea y pide no serviría más que para perder el tiempo. ¿No está S.S. perfectamente enterado de todo lo que ha pasado? Pues expóngalo S.S. o sus amigos, y aquí está el Gobierno dispuesto a confesar, que no puede darse mejor información sobre aquellos sucesos que el abrir un amplio debate acerca de ellos.

Todos los días nos sacan a la plaza los sucesos de Andalucía; todos los días se nos dice que se van a traer los sucesos de Andalucía, y después de dos meses que esos sucesos han ocurrido, se nos viene a pedir una información. ¿Por qué no los trae el Sr. Rubio si tan enterado está de ellos? El Gobierno, señores, no necesita enterarse, está [236] perfectamente enterado: se ha informado por sus delegados; se ha informado por todas las personas que, habiéndolos presenciado, le han comunicado lo que allí ha sucedido y que en último resultado ha producido una información; está informado además por el Sr. Rubio que vino a darnos cuenta de aquellos sucesos; lo está también por los señores que vinieron de Cádiz, y en una palabra, está informado por cuantos conductos y medios tiene un Gobierno para informarse de los acontecimientos extraordinarios que tuvieron lugar en Cádiz.

De consiguiente ¿a qué perder el tiempo con esa información? ¿Quiere el Sr. Rubio que las Cortes se informen perfectamente de todo aquello? Pues venga la cuestión de frente: haga S.S. una proposición o lo que tenga por conveniente con arreglo al Reglamento, y el Congreso y el país lo sabrán perfectamente y entonces verán el Sr. Rubio, y las Cortes Constituyentes y el país cuáles fueron las causas de aquellos tristes acontecimientos y quiénes son los responsables de aquellos tristes sucesos y entonces verán el Congreso y el país los esfuerzos inauditos que hizo el Gobierno para evitarlos, y por último, no pudiendo evitarlos, lo que el Gobierno tuvo que hacer para destruirlos.

Pero venir después de dos meses a pedir una información parlamentaria es perder perfectamente el tiempo. El Sr. Rabio tenía ganas de hablar de lo que ha pasado en Sevilla, de su gestión en los negocios públicos de aquella ciudad, y se ha valido sin duda de este medio para hacernos la relación que han oído las Cortes Constituyentes. Lo ha hecho muy bien S.S., le hemos oído con muchísimo gusto.

Sus electores deben quedar, por lo que respecta a su gestión de los negocios de la provincia de Sevilla, altamente satisfechos de S.S. y de sus compañeros: pero no había necesidad de haber buscado un camino torcido, no había necesidad de haber tratado este asunto por medio de una proposición en que se pide abrir una información parlamentaria que es absolutamente inútil. S.S. tenía otros medios; tiene además grandes recursos para habernos hablado de eso en cualquiera otra ocasión sin necesidad de entretenernos, repito, con una proposición completísimamente inútil.

El Gobierno que tiene todos los comprobantes de las causas de aquellos sucesos; el Gobierno que tiene todas las noticias que las Cortes Constituyentes y el país pueden apetecer para ponerse al alcance de ellos, está dispuesto a traer aquí todos esos comprobantes y todas esas noticias, y entonces verá el Sr. Rubio qué perfectamente enteradas quedan las Cortes Constituyentes qué perfectamente enterado queda el país y qué perfectamente enterada queda S.S., si es que no lo está.

Y como el Sr. Rubio nos ha hablado de una porción de cosas ajenas a la cuestión, no quiero entretener al Congreso haciéndome cargo de ellas. Desgraciadamente bastante tiempo hemos perdido en esas relaciones y descripciones muy bellas, que nos ha hecho S. S. de ciertos géneros de arquitectura y de otra porción de cosas que hubieran venido bien en otra ocasión, pero que en esta, permítame S.S. que le diga, no han sido muy oportunas.

Concluyo rogando a las Cortes se sirvan no tomar en consideración la proposición por inútil, por inoportuna y por completamente innecesaria.



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